Viendo el mundo en su momento actual, me he detenido a repensar algo que siempre he pensado: para mejorar el mundo, tenemos antes que mejorarnos nosotros mismos.

Obviamente, no es posible mejorarnos a nosotros mismos si no nos instruímos y nos preparamos para el futuro, en un mundo altamente competitivo como el nuestro de hoy en día.

Comencemos por eso, interesémonos más por aprender, por capacitarnos, viendo hacia atrás en el tiempo para aprender de las experiencias de nuestro ancestros (y de las nuestras), asimilando las enseñanzas que nos dan las vivencias de cada día presente, y enfocando con previsión y entusiasmo las proyecciones de lo que está por venir.

Creo sinceramente, que si tomamos como premisas los resultados de un estudio objetivo y juicioso del pasado; si canalizamos con buen criterio y seriedad nuestras acciones del presente; y si planeamos con ambición positiva, objetiva y realistamente nuestro futuro, podemos tener un mundo mejor para todos.

Unicamente si crecemos y mejoramos como individuos, podremos mejorar el mundo; ser parte útil, integral y activa de nuestra sociedad, que es la zapata sobre la que ha de erigirse ese gran monumento que aspiramos que sea nuestro mundo del mañana, para orgullo y provecho de nuestra descendencia y, ¿por qué no?, para orgullo y satisfacción de nosotros mismos.